Los niños necesitan que los padres les pongamos límites para crecer respetando a las otras personas. Sin límites claros y definidos no sabrán distinguir claramente lo que deben hacer y lo que no, así como lo que está bien y mal.
Al poner límites los protegemos de muchos de los riesgos de la vida. Gracias a los límites aprenden a cumplir unas normas y un respeto, siempre desde el afecto y la congruencia. Los límites les enseñan a organizarse y a tener buenos hábitos que serán un valor seguro para toda su vida.
Se pueden aplicar las normas con amor y firmeza al mismo tiempo. Veamos cómo.
¿Cómo puedo poner límites a mis hijos?
Para que tu hijo llegue a comprender y respetar las normas que impongas, deben ser lógicas. Si unas normas contradicen a otras, el niño nunca sabrá lo que esperas de él. Hasta podría sentir frustración por no saber cómo quieres que se comporte en cierta situación.
Por el contrario, si los límites y normas son lógicos, llegará un momento en el que no hará falta que le digas lo que tiene que hacer. Habrá captado lo que significa «portarse bien», y respetará los límites que tiene, aunque en ese momento no los hayas expresado. Entonces habrás conseguido el objetivo: que el niño distinga lo que está bien y lo que está mal.
Los siguientes 6 consejos te ayudarán a poner límites de forma cariñosa pero firme:
1. Diferencia entre la conducta y el niño
No le digas “eres malo”, mejor dile “no me gusta que pegues a tu hermano”. Esto permite que el niño no se identifique con la conducta inadecuada y pueda actuar de forma correcta en próximas ocasiones. Si generalizas la conducta con expresiones como “eres un desastre” estarás marcando una imagen permanente, y el niño seguirá comportándose igual.
2. Utiliza lenguaje positivo
Todos respondemos mejor si las normas son dadas de forma proactiva y positiva, y los niños no son la excepción. En vez de decir “no grites”, pídele que hable en voz más baja y tranquila.
3. Incumplir las normas tiene consecuencias
El niño tiene que saber lo que pasará si no cumple determinado mandato: “Si no terminas la cena, no podrás comer el postre”. Tienes que ayudarle entender que sus acciones tienen consecuencias, para él y para quienes le rodean.
Pero ten cuidado, si le avisas de una consecuencia, tienes que cumplirla. Si no lo haces, la próxima vez se saltará las normas sin reparos.
4. Anticípate en las normas y las consecuencias
En ocasiones, les damos muchas oportunidades y esperamos para plantear la consecuencia, hasta que han incumplido la pauta en varias ocasiones: “Es la tercera vez que te digo que te pongas el pijama”. Nuestra paciencia se agota, por lo que la forma de decírselo quizá no sea la más adecuada. Es mejor imponer la consecuencia antes de que se te agote paciencia.
5. La ira no sirve de nada
Poner límites no significa que estés enfadado. Puedes demostrarle que algo no te gusta de forma tranquila pero firme. De hecho conseguirás mejores resultados si no te enfadas, y además le demostrarás que sabes controlarte.
6. Consecuencias reales y factibles
Cuando establezcas una consecuencia, asegúrate primero de que es realista. Cuando las consecuencias se imponen desde el enfado, normalmente no son factibles en absoluto: “Castigado un año sin tele». Lo normal es que ni se lo crea, ni lo cumplas.
Y asegúrate de que es factible cumplirla: Debes tener tiempo y recursos, verificar que se cumple, que dependa de ti… Por ejemplo, si le dices que mañana no saldrá al parque, pero va a pasar la tarde con sus abuelos, no tienes cómo asegurarte de que el castigo se cumpla, y no depende de ti porque el niño no estará contigo.
Si la consecuencia que estableces no es realista, normalmente tampoco será factible. Y si no puedes cumplir las consecuencias, tu hijo se acostumbrará a saltarse los límites.
Como padre, eres su modelo a seguir
Si ante la misma conducta, unas veces te enfadas y otras no, el niño se desorientará. Es importante que seas constante en tu forma de enseñar a tu hijo, y en lo que esperas de él. Como padre o madre, eres el modelo de tu hijo, y es una de las principales formas de aprendizaje.
Es normal que los niños se enfaden, tengan rabietas, lloren o intenten convencerte cuando le pones un límite. Es su forma de intentar ocupar una posición de poder para cumplir sus deseos y hacer lo que él quiere. No puedes culparle por ello, lo que debes hacer es enseñarle.
La intensidad de estas conductas irá disminuyendo a medida que tu hijo comprenda que los límites son claros y se cumplen.
Tú también puedes conseguirlo
Ser padres es una tarea compleja y exigente, tanto los hijos como los padres siempre están aprendiendo. Hacerlo de forma consciente es muy importante. Por eso te animamos a revisar contínuamente tus objetivos como padre o madre, y lo eficaces que son tus métodos para educar a los niños. Te ayudará a ser mejor padre cada día.
Algo que te ayudará a poner normas de forma lógica y razonable es ponerlas por escrito. No solo para que tus hijos las recuerden, sino también para ti mismo. Cuando estés cansado, agobiado, o simplemente no sepas cómo reaccionar, tener escritos en alguna parte los límites que quieres imponer a tus hijos te lo hará más fácil.
No te des por vencido. Cuando tus hijos crezcan y se conviertan en adultos responsables, tendrás una gran recompensa.