15 señales: Cómo saber si mi hijo necesita ayuda psicológica

cuando llevar al niño a un psicólogo

Ser padre o madre no es fácil. Y menos cuando la situación se complica, o hay algo que no funciona tal y como esperabas.

Los niños de hoy en día cada vez saben más, reciben más información y tienen más acceso a todo. Esto no siempre es bueno, y algunas cosas pueden descontrolarse. Los padres os sentís a menudo, arrastrados por las dudas sobre cómo actuar, la falta de tiempo y la presión social.

Puede llegar el momento en que os preguntéis si lo que pasa con tu hijo es normal o no. Es difícil saber si necesitáis ayuda externa o cuándo acudir al psicólogo.

Acudir a un centro de psicología infantil no es malo. Nadie debería avergonzarse por ir al médico, esto evita males mayores.

Hay que buscar ayuda cuando exista la preocupación sobre si lo que le está pasando a tu hijo es normal o no. Cuando no sabes si se trata de una fase de su desarrollo o por el contrario hay algo que está interfiriendo.

Debes solicitar ayuda siempre que creas o pienses que algo no va bien, veas que su desarrollo se paraliza, que no avanza como debería. Si tiene por ejemplo; Rabietas, su carácter y su conducta parecen haber cambiado repentinamente después de algún acontecimiento reciente (cambio de colegio o inicio de guardería, cambio de domicilio, nacimiento de un hermano, separación de los padres, muerte de un ser querido…)

¿Cuándo llevar a mi hijo al psicólogo? 15 señales de alerta

A continuación os citamos algunas de las señales que indican que es posible que el niño necesite ayuda.

  • Retrasos en el desarrollo del habla o lenguaje
  • Retrasos en el control de esfínteres
  • Problemas de conducta (ira excesiva, rabietas, desobediencia, conductas agresivas verbal o físicas, tics, miedos, obsesiones…)
  • Timidez, retraimiento, dificultades sociales
  • Desinterés por las actividades con las que antes se lo solía pasar bien
  • Episodios de tristeza, llanto, depresión
  • Cambios en el apetito y en el estado de ánimo
  • Insomnio, pesadillas, somnolencia excesiva
  • Bajo rendimiento escolar
  • Inatención, hiperactividad, impulsividad
  • Conflictos con sus iguales
  • El niño sufre un cambio repentino de actitud
  • Problemas o dolores físicos sin causa médica: dolores de tripa, de cabeza, eczemas…
  • Dificultades en casa
  • Acontecimientos vitales (separación de los padres, cambio de domicilio, muerte de un ser querido…)

Si existe alguno de estos problemas, no significa necesariamente que haya un problema grave. Pero ante una señal de alerta es mejor prevenir que curar.

Por el bien de tu hijo, no lo pases por alto. Con tu ayuda, tu hijo crecerá sano y feliz.

 

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